En este vídeo, como un punto de partida para que diseñes tu innovación educativa, analizaremos los retos de la docencia en la actualidad y te invitaremos a reflexionar sobre tus propias prácticas docentes. Esta podría ser un aula de cualquier universidad. Observándola, pareciera que las cosas no han cambiado mucho desde hace décadas. Antes, quizás no había proyectores, ni computadoras, ni celulares, pero fuera de la presencia de estas tecnologías, los salones de clases son muy similares hoy en día y pareciera que las actividades siguen siendo las mismas, una serie de lecturas, seguidas de cátedras o exposiciones del profesor, con ensayos o exámenes como evaluaciones. Muchos afirman que las cátedras magistrales siguen siendo las estrategias predominantes en la mayoría de las universidades alrededor del mundo, a pesar de que surgieron hace más de un siglo. Para buscar evidencias sobre esta afirmación, realizamos una búsqueda de literatura científica sobre estrategias didácticas que se utilizan en la UNAM. Revisamos más de 200 artículos y encontramos que esta tendencia no está respaldada por una vasta literatura científica y académica, pero sí es confirmada en algunas tesis e investigaciones, realizadas en contextos muy específicos y utilizando metodologías como diarios de campo y entrevistas. Ahora, ¿qué alternativas existen para la enseñanza? En la literatura pedagógica, se identifican dos enfoques: uno centrado en el profesor y el otro centrado en el estudiante. El primer enfoque, aquel centrado en el profesor, se caracteriza porque se concibe el rol del profesor como el transmisor de conocimientos y el del alumno como el receptor, quien memoriza y se apropia de los conocimientos. La estrategia didáctica más común en este enfoque es la exposición o la cátedra magistral, que puede o no estar apoyada con presentaciones. Los aprendizajes se evalúan a través de exámenes, resúmenes, ensayos y, dada la predominancia de este enfoque, es identificado como educación tradicional. El otro enfoque está centrado en el estudiante; se orienta a promover la participación activa de este en su propio proceso de aprendizaje, por lo tanto, se preocupa en diseñar situaciones donde los alumnos sean los sujetos activos y se responsabilicen de sus propios procesos. El profesor se concibe como el facilitador que orquesta experiencias de aprendizaje y orienta a los alumnos conforme las van desarrollando. En contraposición con la educación tradicional, este enfoque se denomina ''Escuela nueva'' y se identifica con el aprendizaje activo. Comprende estrategias didácticas como el aprendizaje basado en problemas o en proyectos, el aula invertida en las simulaciones y la práctica deliberada. La evaluación del aprendizaje se realiza recopilando evidencias sobre las capacidades de los alumnos, observándolos mientras ejecutan tareas y valorando su nivel de dominio con rúbricas o listas de cotejo. Reflexiona ahora sobre tu propia práctica y contesta la siguiente encuesta. Como ves, hay muchas distintas maneras de enseñar y quizá te preguntarás, ¿son mejores algunas de ellas? Después de muchos años de investigación educativa, no se ha comprobado que algunas estrategias sean mejores que otras para todas las situaciones. La educación es un proceso multifactorial e inciden en él un sinfín de variables relacionadas con la disciplina que estamos enseñando, las personas a quienes estamos enseñando, el contexto institucional donde estamos trabajando. Nuestro reto como profesores es tomar las mejores decisiones para la situación particular que estamos enseñando. Decidimos qué experiencias de aprendizaje resultarán más útiles para nuestro grupo en la institución donde estamos trabajando y en la asignatura que estamos enseñando. Tenemos como referente el plan de estudios, el programa de la asignatura y la normatividad institucional, pero somos nosotros quienes convertimos todos estos planteamientos en la experiencia que viven nuestros alumnos. Diversas organizaciones que estudian el futuro del trabajo destacan que las capacidades más importantes para nuestros estudiantes serán aquellas que no pueden ser automatizadas y ejecutadas por equipos informáticos. Entre ellas, está el manejo de la tecnología, las habilidades socioemocionales y los procesos cognitivos complejos, tales como la creatividad, el pensamiento crítico, la toma de decisiones, la comunicación, el liderazgo, entre otras. Entonces, la pregunta a hacernos es si la forma que enseñamos en la actualidad está permitiendo a nuestros estudiantes desarrollar estas habilidades, y si no lo hace o lo hace solo parcialmente, entonces, es momento de transformar nuestra forma de enseñar, es decir, de innovar.