[AUDIO_EN_BLANCO] [MÚSICA] Cuando es posible aliviar el dolor, esto nos permite mejorar nuestra percepción y que logremos realizar nuestras actividades diarias con un bajo o un menor impacto en nuestro estado físico y emocional. Reducir, por tanto, el dolor, es uno de los primeros abordajes importantes que se tienen que realizar para lograr mejorar importantes aspectos relacionados con el bienestar y calidad de vida de la persona. Por tanto, el objetivo de este vídeo sería revisar y entender qué factores pueden afectar al seguimiento adecuado de los tratamientos, porque precisamente es uno de los aspectos que quizás son más necesarios que se mejoren actualmente. De hecho, la adherencia terapéutica o el incumplimiento de los tratamientos, es un aspecto relevante y prevalente. ¿Qué significa esto? Que entre el 20 y el 50 porciento de las personas que tienen un tratamiento para una enfermedad crónica, en algún momento no hace un seguimiento adecuado del tratamiento prescrito, y esto tiene una consecuencia directa en el posterior seguimiento de ese tratamiento y que se produzcan problemas. Pero ¿qué tipos de tratamientos existen para el control del dolor? Básicamente, tendríamos dos aproximaciones. Los tratamientos farmacológicos y las terapias alternativas. Las terapias alternativas pueden ser complementariamente útiles para el control del dolor. Pero deben ser siempre explicadas y comentadas al profesional de salud por si pudiera existir riesgo de una interacción entre el tratamiento prescrito si lo hay, y esa terapia utilizada. De manera que tiene que haber una buena comunicación con el profesional para detectar si hay algún tipo de problema. A continuación, vamos a revisar los diferentes tipos de tratamientos farmacológicos. Para explicarlos, se suele utilizar la escala analgésica de la Organización Mundial de la Salud. La misma nos establece diferentes niveles en función del tipo de dolor que suframos. Esta escala, además, suele ser utilizada por los propios profesionales para explicar el abordaje del dolor crónico. En el primer escalón, encontraríamos todos los analgésicos no opiáceos como el Paracetamol o los anti-inflamatorios no esteroideos como el Ibuprofeno. Se tratan de analgésicos que nos ayudan a aliviar el dolor débil o moderado y tienen también la propiedad anti-inflamatoria, por tanto, nos ayudan en esos procesos de inflamación. Pero tienen que ser tomados con precaución, pese a que no es necesite receta médica. En primer lugar, porque causan dolor o úlceras de estómago, también pueden causar daño en los riñones, provocar reacciones adversas a las personas que padecen asma, o mayor riesgo de ictus o infarto. En el segundo escalón estarían los opiáceos débiles, como es el caso de la codeína, que también pueden ser utilizados puntualmente en el primer escalón para mejorar la respuesta a los anti-inflamatorios. Y por último, estaría el tercer escalón, donde estamos utilizando los fármacos como la morfina, que son analgésicos fuertes para el control del dolor moderado a severo. Precisamente, este tipo de dolor sería el que afecta de manera importante a las actividades de la vida diaria, y este tipo de medicamentos mejora que las personas puedan llevar un ritmo de vida normal. También los profesionales recomiendan su uso porque aumenta la capacidad analgésica junto a los anti-inflamatorios, reduce la toxicidad, y evita el sufrimiento innecesario. Existe además una serie de medicamentos como los opiáceos que tienen diferentes tipos, los que se consideran que alivian el dolor a corto plazo, de manera que se nota un efecto inmediato pero corto en el tiempo, y los que se consideran a largo plazo, es decir, que no se nota un efecto tan inmediato pero a largo plazo sí que se van notando. Es muy importante, por tanto, que hablemos con nuestro profesional de la salud para identificar qué medicamento es el más adecuado en cada momento. Y si tenemos cualquier duda, pregunta que tengamos qué realizar, tengamos confianza con nuestro profesional de salud para exponérsela porque nos va a ayudar a identificar siempre cuándo es necesario introducir un cambio en nuestro tratamiento cuando vemos, por ejemplo, que no hay ningún tipo de beneficio o respuesta esperada al tratamiento prescrito. Existen además otros dos tipos de tratamientos que pueden ser utilizados de manera complementaria al tratamiento principal. En primer lugar, los antidepresivos, útiles para el abordaje del dolor neuropático, y que son prescritos cuando se producen cuadros de depresión. Estos tipos de medicamentos requieren prescripción médica y un seguimiento adecuado. También tendríamos los tratamientos tópicos en forma de cremas, por ejemplo, que pueden ser de ayuda y que mejoran la tolerancia de ciertos tratamientos, y pueden tener una respuesta muy adecuada cuando se produce un dolor débil, leve o moderado. Recordad también que es muy importante que nos hagamos responsables de los tratamientos prescritos y que compartamos con nuestro profesional, you sea del ámbito de la farmacia como de la medicina, cualquier duda que tengamos en relación a estos tratamientos. Por último, hay una serie de consejos que debemos seguir para la conservación adecuada de los medicamentos prescritos. En primer lugar, guardar los medicamentos en un lugar seco, y nunca al alcance de niños o adolescentes. No compartir los medicamentos con otras personas. Son nuestros tratamientos que no debemos compartir. No tomar medicación más de la que nos recomienden en las dosis y en los horarios que nos han indicado. En caso de notar que la medicación para el dolor no está teniendo el efecto esperado, es importante que hablemos con nuestro profesional de salud con el objetivo de identificar si se ha producido un efecto secundario, una interacción o por ejemplo se tiene que realizar algún tipo de ajuste en los horarios o en las dosis de estos tratamientos. Finalmente, siempre es importante consultar nuestras dudas con nuestros profesionales, especialmente en relación a las creencias. Puede haber en ocasiones creencias en relación al riesgo de adicción con algunos medicamentos y es importante que compartamos estas dudas con nuestro profesional. Su seguimiento va a ser de mucha utilidad para mejorar la adherencia a los tratamientos. Y por otro lado, es una manera de detectar cuándo se está produciendo un efecto no adecuado en el seguimiento del tratamiento. Por tanto, tanto los profesionales de la salud, del ámbito de la medicina o de la farmacia, pueden ser de ayuda para identificar todos estos aspectos anteriormente mencionados. [MÚSICA] [AUDIO_EN_BLANCO]